martes, 13 de marzo de 2007

LA HISTORIA DEL NIÑO MORIBUNDO
En los ya lejanos tiempos del cautiverio de la ciudad de Tacna, vino a ocurrir una patente intervención de misericordia de parte del Señor de Locumba, cuando un niño atacado de fiebres palúdicas, enfermedad que dominaba entonces los valles de nuestro departamento, estuvo en la condición de moribundo y fué salvado por la gracia de Dios.
El caso ocurrió en la parte más alta del valle de Locumba, en sitio casi inmediato a las lagunas de Aricota, allí vivía un niño junto con sus padres, engreído y feliz por la atención y preferencia que estos le prodigaban. Por esa misma condición de preferencia y engreimiento, había condescendencia para todas sus infantiles y caprichosas peticiones, de esta manera cuando su padre cumplía un viaje a los valles vecinos para la práctica de la vigilancia a sus chacras o fundos estaba obligado a cargar con el pequeño para lo cual había necesidad de otra ensilladura. Robusto e inquieto el muchacho no se daba reposo para estar en todas las actividades de su padre, resultando en cierta oportunidad su tierno organismo afectado con fiebres palúdicas las que conforme fué transcurriendo el tiempo pese a todos los medios que acudían para combatir el mal, éste fué haciendo tantos estragos que lo aniquiló completamente ya por efecto de la quinina que ingeria como porque su estado febril había llegado a tomar un caráctec crónico.
Había arribado el niño a los trece años de edad y su estado de postración, por la debilidad de su organismo, casi permanentemente lo obligaba a estar recluído en el lecho.
Así parecía condenado a morir en medio del fragor de la fiebre que lo iba aniquilando paulatinamente. No había medio de salvación; la frontera estaba cerrada, las autoridades chilenas no franqueaba el paso de nadie para ingresar a Tacna, ni mucho menos estaba permitido salir de los límites de su administración. Tacna era el lugar donde habían facultativos con capacidad suficiente para tratar esa enfermedad y donde habían también medicinas apropiadas para el caso; pero desgraciadamente no se podían utilizar los servicios de los facultativos de la localidad vecina ni se podía conseguir los medicamentos necesarios. El paciente, pese a toda la voluntad de sus padres estaba condenado a seguir siendo atendido con determinadas porciones de quinina y como consecuencia parecía que su suerte fatal ya estaba echada.
UNA MISTERIOSA APARICION.
Como queda anotado larga y penosa era la dolencia que aquejaba a este muchacho. Sus padres acaso habían convenido con los designios y la voluntad de Dios, de ahí que en ellos, según las versiones que se dictan se adevertía hasta cierto grado de resignación.
Una tarde que el caballero estaba entregado a sus quehaceres de campo y la señora en plan de retribución de visita en casa de algún familiar o vecino, el niño había quedado solo en su aposento, circunstancia en que se estado febril se agravó, había momentos en que su lecho por efecto de la alta temperatura que lo agobiaba le parecía significar una hoguera. Angustiosos y lastimeros llamados hacía a su madre, pero la ausencia de ésta hacía que su voz se consumiera en el espacio; pasaron los minutos y por momentos el muchacho parecía resuelto a entregarse a los brazos de la Parca.

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